Mala Suerte

pluma

En medio de la noche, me llegó el olor a pan… de ese que está caliente y blando, como el que sale en los comerciales viejos. La brisa pasa por debajo de la puerta de mi habitación, se revienta contra mí y luego se abalanza a la ventana para escapar en siseos.

El teléfono pitaba y moría en el silencio de las aspas del abanico… el teléfono pitaba y el automóvil de la ambulancia pasaba por la calle siguiente a esta donde me encontraba.

El teléfono pitaba, era un mensaje que deseaba ser leído, de algún conocido que se afanaba en teclear en otro aparatito diminuto como aquel que volvía a pitar junto a mí.

Sonó nuevamente, parecía no callar como un pequeño con hambre y yo, bueno, yo ya me hallaba lejos, rumbo a otros mundos, a otros olores, a otros ruidos. No traía dinero conmigo, una mala suerte pensé. Pero aquel aparatito pitador seguía brillando cada tanto en mi mano. Esperaba entonces que Caronte pudiese aceptarlo como pago.

***
Nuestro entorno ha cambiado, las cosas que nos rodea lo hacen constantemente, lo interesante es que lo esencial, permanece.

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